» POR QUIEN DOBLAN LAS CAMPANAS…LAS CAMPANAS DOBLAN POR TI «
Entre Bermeo y Bakio,esta la legendaria ermita de San Juan,Patrimonio Cultural del Pais Vasco.Un islote unido al continente con mas de 400 escalones entre el mar Cantábrico y el viento.
La ermita data del siglo X y normalmente está cerrada al público.Tiene una campana que todos los visitantes tocan por tradición. Mi amiga Virginia me cuenta que hay que hacerla sonar tres veces de espaldas a la ermita y luego pedir un deseo.
Esta costumbre se supone que también ahuyenta a los malos espíritus. Hay otras leyendas relacionadas con esta ermita como que la Inquisición encerraba a algunos acusados de brujería en las pequeñas cuevas que hay en el islote.
No importa las veces que subas, la ermita te recibe con los brazos abiertos
Al llegar aparcamos el coche en la posada que hay en el lugar y bajamos por un camino muy empinado en la montaña de unos 25 minutos hasta que llegas a nivel del mar y ahí recién comienzas el sendero que conduce a la ermita ( una hora de camino) con sus 241 escalones tallados en la roca.
Nadie sabe a ciencia cierta,cuántas escaleras hay que subir para llegar.Algunos dicen que tantas como días tiene el año( 365) pero los cálculos más recientes las sitúan entre 220 y 235 escalones.
Difícil orientarse en la montaña para regresar…el problema fue que no tomamos referencias para volver al punto de salida pues cuando descendimos charlamos mucho y no prestamos atención al camino.Comenzaba a esconderse el sol y a quedarnos sin luz.No había señal para poder utilizar los celulares con sus GPS por lo que intentamos guiarnos por la geografía. Nos olvidamos de tomar los recaudo necesarios en las ruta de senderismo .Haber mirado previamente los mapas y descargado en el móvil para consultarlos sin internet.
De esta manera el camino de vuelta fue un poco más complicado que el de ida porque hay más subida que bajadas y luego de varios intentos apuramos los pasos antes que el sol se ocultara. Salimos a un lugar de la carretera bien distante del sitio donde habíamos iniciado nuestro paseo.
Como los vascos son personas muy cordiales con los caminantes, hicimos » un aventón» y nos llevaron de vuelta a la posada donde habíamos dejado nuestro coche.