«Van a Budapest? No dejen de ir a los Baños Széchenyi -me dijo mi prima Haydeê en Marsella- porque es la ciudad de los balnearios y no puedes dejar de pasar un rato por alguno de ellos.»
Antiguamente las mujeres no eran admitidas en estos lugares y hasta hace muy poco se cambió esa tradición, aceptando ambos sexos en la mayoría de los balnearios. Es una costumbre muy popular y la gente va con grupos de amigos o familias enteras.
Los romanos fueron los primeros en explotar estos baños y los turcos los convirtieron en hábito, sobreviviendo a los rigores del comunismo.
En la actualidad continua siendo un hábito concurrir a ellos simplemente para pasar unas horas relajándose en el agua caliente cuando todo esta nevado ( esa fue nuestra experiencia).
Los Baños Széchenyi fueron uno de los primeros balnearios terapéuticos de Budapest ya que el agua terapia es una práctica habitual en la medicina húngara cuyos profesionales aconsejan aguas termales para un sin fin de padecimientos y sus enormes piscinas de aguas calientes termales subterráneas, te permiten bañarte en cualquier época del ano inclusive en invierno al aire libre.
Tiene 15 piscinas en total, tres descubiertas con temperaturas que oscilan los 40*C y 12 piscinas en los espacios internos. Una de las exteriores tiene una corriente artificial que te arrastra por la piscina circulando como un remolino. Hay tres exteriores muy grandes (una es para nadar con agua fría) y las otras dos tienen chorros y corrientes de agua bien caliente para el relax.
Las piscinas interiores dentro del edificio, son mas pequeñas con diferentes temperaturas.Para mi gusto demasiada gente dentro de las mismas.
Si vas despojado de todo como fuimos nosotros, puedes alquilar bañadores en el mismo lugar. Un par de chanclas si no quieres lastimarte los pies pisando la sal que derraman para evitar el hielo y las caídas. Te dan una toalla y una taquilla para dejar tus pertenencias y ya estas listo para zambullirte.
Esa tarde la temperatura era de -2 grados bajo cero con una llovizna-agua nieve, pero dentro del agua no sientes el frío. El único momento para tener en cuenta es cuando pasas rápidamente al estado de congelamiento cuando te diriges a buscar tu toalla que esta algo distante de las piscinas.
En otras palabras: conviene apurar el paso, antes de cambiar al estado de solidificación que caracteriza a la estatua de la mujer que vigila sin descanso a los visitantes.
Una experiencia inolvidable!
Articulo publicado en la Revista Para Ti On Line