BARCELONA- CATALUNYA- ESPAÑA
Leyendo uno de los periódicos de Barcelona, me detuve en una noticia sobre la Madre Abadesa, sor Montserrat Casas -monja clarisa de la rama femenina de la Orden de San Francisco- que solicitaba a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, reafirmar el compromiso del Ayuntamiento con el monasterio para restaurar los murales medievales de la capilla de Sant Miquel,esas magnificas pinturas religiosas.
En sus inicios la capilla fue utilizada como espacio de devoción personal, pero con el tiempo pasó a ser el archivo del monasterio. Luego fue usada como guardarropa y posteriormente se convirtió en celda de la abadesa. A raíz de todo esto, los murales se fueron deteriorando.
La capilla se encuentra cerrada al publico hasta el 2018, para recuperar los elementos que han quedado escondidos debajo de otras manos de pintura en sus muros. Tiene tres franjas donde se representa la Pasión de Cristo, los gozos de la Virgen y varias figuras de santos.
En una de las salas del Monasterio se exhibe un mosaico de imágenes que nos revela la otra visión de la obra, con detalles y temáticas que agrupan las imágenes y los elementos del nuevo lenguaje figurativo: los paisajes, los gestos, la expresión, la naturaleza, el movimiento, etc.
Esta noticia del periódico, despertó mi curiosidad por visitar el monasterio fundado por la Reina Elisenda de Montcada en la zona conocida como Pedralbes palabra que deriva del latín y significa piedras blancas.
La orden religiosa encargada del monasterio fueron las Clarisas, que eran básicamente hijas de nobles, lo que facilitó al monasterio contar con generosas posibilidades económicas, ademas de la propia reina Elisenda que hizo de Pedralbes su lugar de retiro y decidió enterrarse allí
Al llegar a Pedralbes, subes por la calle de las casas que están fuera del Monasterio que pertenecian a los frailes franciscanos y capellanes que asistían a las monjas en las misas.
Las pinturas no son el unico atractivo del Monasterio, ya que el paseo incluye otros espacios como la iglesia, el sepulcro de la Reina Elisenda, la abadía, el claustro, el dormidero, el pozo, la despensa, la sala capitular, la cocina, la enfermería, como también otras exposiciones que se encuentran dentro del mismo.
Ni bien entras, te encuentras con el sepulcro de la Reina Elisenda y de varias mujeres de la nobleza que vivieron en el monasterio, pues era un destino deseado por las mujeres que enviudaban, ya que preferían la vida monacal a elegir la opción de volver a casarse.
Elisenda contrajo matrimonio siendo muy joven con Jaime II de Aragon de 55 años quien previendo que enviudaría pronto, la animó a construir el monasterio para retirarse allí en su viudez.
Merece la pena pagar una audioguía para conocer los rincones del monasterio, pues la recorrida nos mantendrá ocupados algo más de dos horas si visitas también las exposiciones del momento.
Una de ellas, es la de «Las mujeres también se sientan”, una exposición de muebles y espacios femeninos de los siglos XVI y XVII. Se reflexiona sobre lo que se esperaba de la mujer en la sociedad de esa época, de sus ocupaciones y obligaciones. La exposición se centra en las silla, la forma y altura que indicaba el lugar que cada una ocupaba en la sociedad.
La frase: » Se ha traído silla» es una frase todavía vigente para indicar que una novia posee estatus y la silla de la Reina es la única que ha sido traída de la India. En las recepciones cada uno se sienta según su cargo y la silla de brazos con respaldo esta destinada a la máxima autoridad que es la abadesa.
En otra de sus exposiciones, “El Jardín Medieval del Monasterio de Pedralbes” te enteras de los los principios básicos de la medicina medieval, basados en la medicina griega y romana y de la cultura araboislamica, que tomaba la naturaleza como punto de partida como así también de los cuidados que se tenían en esa época y las practicas médicas que se llevaban a cabo dentro del mismo.
El claustro tiene un Boticario donde se preparaba las recetas y justo frente a éste, esta el Jardín Medieval Medicinal del monasterio, con muchas de las plantas que las religiosas debían cultivar para elaborar los remedios para las monjas enfermas.
Muy cerca de allí, se encuentra la enfermería que contaba con la presencia constante de un barbero que efectuaba las sangrías y con cuatro habitaciones separadas para las pacientes.
La alimentación dependía del calendario litúrgico y tenían una “fresquera” o despensa cavada en la roca, donde los alimentos salados se conservaban frescos todo el año . Para mantener el equilibrio del cuerpo y la salud, entendían que era necesario una dieta en el sentido amplio. La medicina medieval entendía la enfermedad como un desequilibrio que había que restablecer en primer lugar con una dieta, en segundo lugar con la farmacología y solo como último opción la cirugía.
Su dieta se basaba en el pescado y el pan blanco que se elaboraba en el propio monasterio. Legumbres, arroz, aceitunas, cereales, verduras , frutos secos, fruta fresca, miel y queso.
Un aforismo recogido de la Escuela de Salerno decía :
« Si te faltan médicos, que sean médicos para ti estas tres cosas: ánimo alegre, descanso moderado y dietaJardín medicinal frente al boticario del Monasterio
Frente a la fuente del Ángel, que servía de lavamanos para las clarisas, estaba el comedor, donde las monjas comían en silencio.
Contiguo al mismo estaba la cocina que aun conserva utensilios, fogones, neveras y fregaderos con pilas de piedra.
A lo largo del claustro se observan diferentes celdas y lo que se exhibe en algunas de ellas, son las labores y pinturas a las que se dedicaban las monjas.
En la sala del Dormidor, antiguo dormitorio de las religiosas, se puede visitar la exposición «Los tesoros del Monasterio», una muestra que presenta una selección de obras de arte, mobiliarios y objetos litúrgicos que han sido recogidos y resguardados por la comunidad durante siglos. Muchos objetos que han sido para las monjas clarisas, de uso cotidiano.
Y como en toda historia medieval, hay una leyenda que dice, que Elisenda siendo una niña conoció a otro niño, hijo de un sirviente, que le declaró su amor y le pidió su mano cuando fuesen mayores a lo cual Elisenda se negó. Ya de adolescente pero antes de conocer a su esposo, el mismo niño convertido en paje que servía a su padre seguía enamorado pérdidamente. La diferencia de clases, obligó a Elisenda a no aceptar sus requerimientos, pues ella era hija de un caballero, y el pobre diablo solamente un sirviente. Desesperado, decidió el joven probar fortuna en el ejército, con vistas a alcanzar prebendas y privilegios nobiliarios. Fue entonces cuando destacando en la batalla, fue ordenado caballero y de nuevo probó el amor de Elisenda. Pero entonces ya había prometido su mano al rey de Aragón, y no podía romper este compromiso por el de un simple caballero. Volvió el caballero a la batalla deseando encontrar la muerte para consuelo de su alma. No alcanzó tal extremo, y siguió viviendo para su desgracia. Un día llegaron noticias de la muerte del rey, quedando la reina como viuda, y de nuevo pidió audiencia con ella para requerir su mano. Pero de nuevo le respondió con una negativa, pues debía guardar el luto convenido e ingresar en el monasterio de Pedralbes como su retiro definitivo. Abatido el caballero decidió hacerse fraile, aunque esto no le sirviese para olvidar a su eterno amor de juventud. Años después quiso convertirse en confesor de la abadesa de Pedralbes, para así al menos poder de nuevo escuchar la voz que en sueños le desvelaba; pero cuando llegó, una monja le dio la noticia de que la abadesa que respondía al nombre de Elisenda de Montcada había fallecido.
Quizá esta leyenda refleja mejor que ninguna el carácter de una mujer obligada a seguir al dictado el designio que desde niña le fue trazado y que le condujo a este precioso monasterio de Santa María de Pedralbes.
Una de las reformas importantes fue la circulación del agua dentro del monasterio.