LA CIUDAD DE MENDOZA
Argentina, un país que me desconcierta por la inmensidad de su territorio, sus paisajes, la diversidad de su gente, las comidas. Voy conociendo mi patria mientras sigo sus caminos de asfalto, ripio y tierra. Voy desandando su geografía donde muchas veces sopla un viento que empuja historias más allá de las fronteras.
Esta semana hemos visitado Mendoza, una de las capitales mundiales del vino, cuyas plantaciones cuentan con riego artificial regulado, lo que facilita que no se dependa de la lluvia para la cosecha. Fecha importante es el mes de marzo en el que se festeja la vendimia en toda la provincia.
Cualquier época del año es buena para pasear por los viñedos mendocinos, olivares, aguas termales, majestuosas montañas y alborotados ríos.
Si bien en Mendoza una de las actividades recreativas mas escogidas por el turista es la visita a las diversas bodegas que se encuentran en las afueras de la ciudad, los escenarios naturales del verano brindan la oportunidad de practicar turismo de aventura, rafting, cabotaje, pesca deportiva, travesías en bicicleta, escaladas y cabalgatas.
Asimismo, en los meses de invierno, las montañas mendocinas se transforman en campos de nieve donde los esquiadores y turistas nos sentimos por momentos dueños de esa parte de la cordillera.
Como estuvimos solo cuatro días fue importante haber alquilado un coche en el aeropuerto para recorrer la ciudad y los alrededores a nuestro ritmo.
Conocimos sitios históricos, un lugar de producción de olivas y vino, y parte de nuestro grupo se animó a practicar rafting en uno de los caudalosos ríos con nivel intermedio de dificultad.
En el centro, más precisamente en la Avenida Arístides Villanueva, se desarrolla una intensa vida nocturna y es donde se concentran los restaurantes, bares y cervecerías.
Me encontré con una ciudad orgullosa de sus veredas anchas y arbolados bulevares, de sus acequias callejeras (canales urbanos de riego artificial herencia de la tribu de los Huarpes). Las acequias mantienen protegida a la gente durante el día de las altas temperaturas del sol mendocino; forman un microclima refrescante con sus bendecidos y añosos árboles llenos de vida.
Por estar Mendoza radicada en una región de constantes sismos, quedan pocos vestigios de su arquitectura colonial. Así lo demuestran las ruinas de la Iglesia de San Francisco construida por jesuitas y la Casa del General San Martín, cuya construcción fue destruida por un terremoto en 1861. Actualmente, sobre la vereda, hay un recordatorio; dentro de un complejo edificio se pueden visitar restos arqueológicos que allí quedaron.
Otro de nuestros paseos fue al Cerro de la Gloria, símbolo de libertad, donde está el Monumento del Ejército de los Andes con varias escenas de la campaña de liberación. Antes de subir al monumento te encuentras con un muro plagado de placas de bronce que recuerdan aniversarios y homenajes a San Martín colocados allí en el cerro.
Esa mañana de sol radiante, algo curioso despertó mi atención: un brillo especial en el rostro del Libertador, concretamente en su nariz. El color dorado del bronce de la nariz del General resaltaba del resto de las placas oscurecidas por el tiempo.
¿Por qué San Martín tienw la nariz dorada? ¿Contará con alguna superstición? Recordé varias creencias populares recogidas en mis viajes. Por ejemplo, la de la estatua del Torero de Vitoria, en cuya falda debes sentarte para asegurarte de poder regresar al País Vasco; o la del policía de la época imperial parado en una esquina de la basílica de San Esteban, Budapest, a quien debes tocarle el bigote para tener suerte o la barriga para no engordar.
Pero la nariz de San Martín, ¿qué superstición esconde? Parece que ninguna. Simplemente la gente tiene por costumbre pasar su mano por ella y, con el tiempo, ha quedado el lustre que vemos.
Otro día almorzamos con amigos en un sitio de viñedos y olivos; allí conocimos una planta que se usa para la fabricación de aceite. En el campo, cerca de los árboles, crecen distintas plantas aromáticas que hacen que respires los sabores de las diferentes clases de aceite con las que serán procesados.
Maipú, zona donde reinan las bodegas y los olivares
Siguiendo la ruta del olivo que reúne establecimientos que se dedican al cultivo de aceitunas y a la elaboración de aceites.
Los caminos del vino y un Malbec que crece al pie del dique Potrerillos. Como no todas las maderas son iguales, continuan usándose los barriles de roble para la conservación y añejamiento del vino.
Los cuatro días se nos escaparon de las manos y concluimos este viaje bajo los cielos del mundo en Las Palapas, un bar en la inmensidad del Dique Potrerillos escondido en la Cordillera de los Andes.
Disfrutamos de un atardecer andino entre viñas y fogones mientras el brillo de la luna acompañada por el lucero del alba –en rigor, el planeta Venus- lograban un magnífico juego de luces y sombras sobre el agua y las montañas.
Articulo Publicado en la Revista Para Ti On line
https://www.parati.com.ar/lifestyle/bajo-los-cielos-del-mundo-mendoza-argentina/