En la actualidad, es innegable que la mayoría de los lectores se sienten atraídos por la idea de explorar destinos exóticos, adentrándose en tierras lejanas aparentemente inalcanzables.
Desde que éramos pequeños, nuestro padre, con su inigualable pasión por el conocimiento, nos sumergía en mundos desconocidos a través de las páginas de una enciclopedia, desentrañando los secretos y peculiaridades de la cautivadora gente del Magreb. Sus relatos actuaban como ventanas abiertas hacia horizontes inexplorados, avivando en nosotros una sed insaciable de aventura y descubrimiento.
Por lo tanto, para aquellos lectores curiosos, me complace compartir mi breve estancia en Argel, una capital que se enorgullece de sus arraigadas tradiciones, amplios bulevares y enigmáticos callejones de la Casbah -reconocida como Patrimonio de la Humanidad-, de la majestuosidad de sus mezquitas y la inmensidad de sus paisajes desérticos. En este lugar, la mayoría de los argelinos practican la religión musulmana y el idioma árabe es el más común, aunque en varias regiones del país se habla también el beréber.
Por motivos laborales, partimos desde Marruecos y nos aventuramos hacia Argelia. Al llegar al aeropuerto, nos dimos cuenta de que estábamos en uno de los destinos menos frecuentados por el turismo internacional, a pesar de ser el país más extenso del Magreb y encontrarse a un paso de Europa. La mayoría son visitantes argelinos que regresan para visitar a sus familias.
La ausencia de extranjeros en el país se puede atribuir a dos factores principales. Por un lado, existe una percepción de inseguridad que ha disuadido a muchos viajeros. Y por el otro, el desinterés del gobierno en promover el turismo como fuente de ingresos es evidente, dado que Argelia cuenta con una importante industria de hidrocarburos que le brinda un dominio económico sólido que se lleva toda la atención.
Este destino, escaso de turistas, presenta importantes desafíos ya que cuenta con una constante custodia policial armada. La presencia de campamentos de Al Qaeday otras organizaciones terroristas afiliadas a Daesh en el país, han llevado a intentos de ataques incluyendo secuestros de extranjeros.
Por eso, es fundamental tomar precauciones evitando ciertas áreas, restringiendo la visita a la zona norte de Argelia, que es considerada la más segura. También es recomendable contratar un conductor experimentado para explorarla, asegurando así una experiencia más segura y tranquila.
En Argelia, la Constitución garantiza la igualdad de derechos para hombres y mujeres, y ha habido avances significativos en la participación política, la educación y el ámbito laboral de las mujeres. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la aplicación de estos derechos puede variar debido a influencias culturales y religiosas incluyendo el Islam.
Aunque es menos común ver a mujeres en la vía publica, su rol se enfoca también en la familia y las tareas domesticas. Las argelinas son habilidosas cocineras y destacan en la preparación de deliciosos platos como guisos y estofados de cordero, que forman parte de su rica tradición culinaria.
Durante nuestro paseo, tuvimos la oportunidad de visitar varios lugares destacados de Argel. Entre ellos, el Monumento de los Mártires, un emblema que conmemora la guerra de independencia de Argelia, la cual puso fin a más de 100 años de colonización francesa.
Cerca de allí, nos detuvimos a tomar algo en el Café de la Terrase, que simboliza la división que existió durante la ocupación francesa y refleja la relación tensa y desigual entre los colonizadores y la población argelina de esa época. Al respecto, el camarero que nos atendió, nos comentó que, durante aquel periodo, los colonos franceses solían ocupar la terraza del café, mientras que los argelinos se congregaban en el interior del establecimiento. Despues continuamos nuestro recorrido por la emblemática Plaza de la Grande Poste, que no sólo alberga la Oficina de Correos, sino que es uno de los puntos de referencia más destacados de la ciudad.
Realizamos una breve visita a la Casbah de Argel, ubicada en el corazón de la capital de Argelia. Esta antigua ciudadela se caracteriza por sus calles empinadas y estrechas, casas tradicionales y palacios otomanos. Debido a la naturaleza de estas arterias, que son sinuosas y presentan grandes desniveles, la basura se recoge varias veces al dia en canastos sujetos a los lomos de burro.
Algo que nos generó tristeza fue ver la cantidad de edificios en la Casbah que se encuentran en peligro de derrumbe debido a décadas de abandono y deterioro progresivo. Esta histórica zona, construida sobre una colina y con laberintos que se extienden hasta la costa, ha sido testigo de violentas guerras: la de Independencia, que le dió fin a la la colonización francesa, y la Civil, con la presencia de milicianos islamistas que la convirtió en un momento de la historia en un lugar peligroso.
Una de las zonas más agradables de Argel es su Paseo Marítimo, desde donde se pueden tomar ferris hacia destinos como Alicante o Marsella. Durante nuestra visita también pudimos admirar la Gran Mezquita, una de las más antiguas de África, con una rica historia y una belleza arquitectónica impresionante.
Una nota de color para destacar son las calles de la ciudad que muestran signos de decadencia, lo cual le otorga un ambiente peculiar y auténtico. Durante las horas de la siesta, cuando la mayoría de los habitantes descansa, esos estrechos caminos se ven poblados únicamente por grupos de niños jugando. Esta encantadora escena añade un toque especial a la atmósfera de la ciudad.
Además de los lugares urbanos, se pueden visitar los sitios arqueológicos más alejados, como las Ruinas Romanas, que transportan al pasado histórico de la región. También, existe la oportunidad de aventurarse en el Desierto del Sahara y disfrutar de paseos en camellos explorando las majestuosas dunas. Por otro lado, las montañas y los paisajes naturales de Argelia ofrecen un paraíso para los amantes de la naturaleza y el senderismo.
Resumiendo, si planean viajar a Argelia deben tener en cuenta el factor de la seguridad, informarse sobre las costumbres locales y respetar la cultura del país durante su visita, como haríamos con cualquier otro destino.
Es cierto que puede llegar a existir una actitud indiferente e incluso hostil hacia el visitante extranjero, pero la calidez y curiosidad con que la mayoría de los argelinos reciben a los viajeros demuestra su hospitalidad, su interés por conocer otras culturas y lo dispuestos que están para compartir su país con el mundo.
Es un destino diverso y bello. Un lugar de muchos contrastes, con el norte del país desarrollado gracias al petróleo y con un sur perdido en el enorme desierto del Sahara.
Artículo publicado en la Revista Para Ti
https://www.parati.com.ar/lifestyle/bajo-los-cielos-del-mundo-argelia-el-lado-salvaje-de-africa/